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“Lo siento, estoy ocupado, ¡no tengo tiempo!”, esta es una de las respuestas más comunes que escuchamos hoy y es absolutamente cierto.
¡El tiempo es un recurso limitado y tenemos todo el derecho de ser cautelosos cuando lo gastamos, ya que no es reembolsable! Solo valoramos el tiempo cuando sabemos que se está acabando. ¡Las últimas cinco horas antes de la fecha límite suelen ser más productivas que las cinco semanas anteriores! Como el tiempo es algo tan precioso, necesitas saber por qué deberías tomarte la molestia de leer este folleto.
Así que aquí está el quid de la cuestión. A lo largo de la historia humana, Dios ha enviado mensajeros para guiarnos, pero ahora eso ha terminado, no hay más mensajeros; el último ya vino y no habrá nadie después de él. El fin está realmente cerca, por lo tanto, debes decidir si deseas tomar en serio este mensaje porque eso determinará dónde pasarás la eternidad.
No se trata de tener fe ciega. De hecho, este Mensajero llegó con evidencias claras para sustentar su mensaje. En los próximos minutos, aprenderás algo importante acerca de un hombre llamado Muhammad.
MENSAJEROÉl aseguró que era el último Mensajero de Dios. Sí, esa es una gran afirmación, pero hay una fórmula que podemos usar para ver si esta afirmación es verdadera. Si dejamos de lado los prejuicios y miramos su vida objetivamente, sólo podemos ver tres posibilidades sobre su afirmación:
– Él era un mentiroso
– Él estaba loco
– Él decía la verdad
En realidad, esto puede aplicarse a cualquier persona que haga una afirmación sobre cualquier cosa. Examinaremos la afirmación de Muhammad usando esta fórmula.
¿Era él un impostor?
Una breve inmersión en la historia rigurosamente registrada de la vida de Muhammad revela una información considerable que muestra la integridad de su persona. Nació en la ciudad de La Meca en una tribu respetada, Bani Hashim, quienes eran guardianes de la casa sagrada, la Kaaba. En parte debido a esto, Muhammad era bien conocido. La sociedad árabe pagana era extremadamente tribal.
A pesar de esto, los mecanos confiaban completamente en Muhammad. Incluso le otorgaron el título “Al Amin”, que significa “el confiable”. Era ampliamente conocido por su completa honestidad en los negocios y sus tratos con las personas en general, y también por ayudar a los pobres, a los huérfanos, a las viudas, a los ancianos y a los oprimidos.
Arabia no sólo era tribal, sino que el monoteísmo abrahámico original se había corrompido con la idolatría y las supersticiones. El culto a los ídolos apuntalaba su estructura económica, sociológica y política. Alrededor de los cuarenta años, Muhammad comenzó a enseñar que estos ídolos y las prácticas supersticiosas que los acompañaban eran falsas y que aquellos que creían en eso serían condenados a un castigo eterno por sus transgresiones contra la unicidad del único Dios verdadero.
Fue muy directo en su crítica hacia la falsa religión de los mecanos. Ahora piensa en lo siguiente: ¿Por qué haría eso si era un mentiroso? Las personas que mienten lo hacen para evitar el dolor u obtener algún beneficio. ¿Cómo encajan las acciones de Muhammad en eso? Los paganos tomaban su religión muy en serio, ya que la conectaban con sus antepasados y estaban muy orgullosos de seguirlos. Sin embargo, Muhammad les dijo que ellos y sus ancestros ―incluidos los suyos― estaban equivocados y eran ignorantes.
En poco tiempo, Muhammad pasó de ser una figura respetable a ser odiado y fuertemente rechazado por la élite gobernante de La Meca. Primero, intentaron sobornarlo, le ofrecieron dinero, mujeres e incluso la realeza, sólo para que él abandonara su mensaje. Cuando esto falló, lo atacaron, lo insultaron y lo golpearon, e incluso intentaron matarlo. Pero en lugar de renunciar a su mensaje, se volvió más enfático y los condenó aún más.
Sus seguidores eran pocos, pero también sufrieron persecución y tuvieron que huir a otro país. Finalmente, él mismo tuvo que huir de su hogar y buscar refugio en otra ciudad. Si él era un mentiroso y un impostor, que quería ganar algo de la gente, entonces, como todos los políticos saben, debería haber jugado con los caprichos complaciendo los deseos de la gente, en lugar de desafiarlos de frente.
¿Por qué no aceptó sus propuestas y tomó el poder y las riquezas que se le ofrecieron? Tal vez se podría argumentar que la motivación de Muhammad para mentir no era el “aquí y ahora”, sino que él quería crear un legado y ser reconocido más allá de su muerte. Un proyecto de vanidad extendida, por así decirlo. Sin embargo, sólo se podría hacer tal acusación en retrospectiva. En ese momento, desde una perspectiva puramente material, Muhammad tenía pocas o ninguna posibilidad de éxito.
El hecho de que tuviera éxito es realmente milagroso. Además, Muhammad era extremadamente modesto sobre sí mismo, él siempre atribuyó su éxito a Dios. Se vistió y vivió entre las personas como uno de ellos y, a pesar de su capacidad para adquirir grandes riquezas, él y su familia vivieron la vida más sencilla. Si la fama era el objetivo de Muhammad, pudo haber afirmado que era un Mensajero de Dios y, al mismo tiempo, permitir que la gente adorara sus ídolos.
Los paganos, de hecho, creían en un Dios Creador invisible y supremo, y en realidad consideraban que sus ídolos eran intercesores ante Dios. Pedir un monoteísmo estricto era innecesario como camino hacia la fama y el poder. En realidad, Muhammad advirtió a la gente de no reverenciarlo excesivamente.
“No exageren en elogios a mí, como los cristianos elogiaron al hijo de María [Jesús], pues sólo soy un siervo. Así que, llámenme el siervo de Dios y Su Mensajero”. [1]
y solía suplicar:
“¡Oh Dios! No hagas de mi tumba un ídolo que sea adorado…”. [2]
El difunto profesor emérito de estudios árabes e islámicos, Montgomery Watt, explica en su libro Muhammad in Mecca:
“Su disposición a sufrir persecución por sus creencias, el elevado carácter moral de los hombres que creyeron en él y lo admiraron como líder, y la grandeza de su logro final; todos sostienen su integridad fundamental. Suponer a Muhammad un impostor plantea más problemas de los que resuelve”. [3]
En lugar de desear la prosperidad mundana durante su vida o la adoración en el futuro, Muhammad no tenía nada que ganar al mantenerse firme en su mensaje, algo por lo que tuvo que sufrir mucho. Por supuesto, hay otra explicación posible: estaba demente o loco, realmente creyó y se convenció de que estaba recibiendo un mensaje de Dios.
Quizás esto explique su total y sincera devoción al predicar su mensaje, a pesar de la oposición firme e incesante. El problema aquí es que los hechos tampoco apoyan esta suposición.
¿Estaba demente?
Las personas dementes y con alucinaciones generalmente tienen dificultades para distinguir entre lo que es real y lo que es falso. Están dispuestos a usar cualquier evidencia que parezca respaldar sus afirmaciones. Un incidente que cambió su vida, y que demuestra claramente que el Profeta mantuvo una mente racional y honesta en todo momento, fue la reacción ante la trágica muerte de su hijo Ibrahim.
Ibrahim murió luego de una breve enfermedad, y después de ser enterrado, hubo un eclipse solar. Algunos musulmanes afirmaron que tal fenómeno fue un “milagro” y comenzaron a difundir esa idea.
Se corrió la voz diciendo que el sol se eclipsó de tristeza por la muerte de Ibrahim. Al escuchar esto, Muhammad respondió:
“El sol y la luna son signos de Dios. No se eclipsan por la muerte ni el nacimiento de ningún hombre. Por lo tanto, al contemplar un eclipse, recuerde a Dios y acuda a Él en oración”. [4]
Una persona loca o engañada habría estado de acuerdo con la gente, especialmente porque tal cosa era una creencia muy común en ese momento:
“¡Vean! ¡Esto es una prueba de que soy un profeta, incluso el sol y la luna responden a mi dolor!”
¡Aún hoy en día con el conocimiento científico astronómico, muchas personas se podrían convencer con esto! Habría pasado lo mismo si él hubiese sido un mentiroso tratando de engañar a la gente.
Sin embargo, lejos de estar delirando y avivando su propio ego, el objetivo de Muhammad en todo momento fue atraer los corazones de las personas hacia Dios.
Otra característica de las personas locas es que hablan y se comportan de manera irracional e incoherente. Pueden decir una cosa un día y luego adoptar una actitud completamente diferente al siguiente. Lo que quedó claro desde el principio de su profecía fue la coherencia del mensaje de Muhammad durante más de 20 años.
Comenzó y continuó con un claro y abierto llamado a adorar al Único Creador, y también llamó la atención de la gente sobre la postura ilógica de adorar ídolos que ellos habían creado con sus propias manos, y que no podían ayudarlos ni perjudicarlos. El hecho de que Muhammad fue capaz de tener influencia en un cambio tan trascendental y duradero en prácticas muy arraigadas entre su gente, demuestra que las afirmaciones de que estaba loco o deliraba son muy difíciles de sostener.
De hecho, el Islam continúa hoy mejorando e influyendo grandemente las vidas de las personas. Curiosamente, incluso los historiadores no musulmanes consideran a Muhammad como una de las personas más influyentes de todos los tiempos. Esto se debe a que el impacto de sus enseñanzas no se limita sólo a una esfera espiritual personal, sino que puede aplicarse a un amplio espectro de la existencia humana, incluida la economía, la vida familiar, los sistemas legales, las normas dietéticas y la higiene.
¿Cómo y de dónde un hombre analfabeto que vive en el desierto obtiene tal conocimiento y comprensión? De hecho, si uno fuera tan lejos como para decir que las enseñanzas de Muhammad eran producto del engaño, entonces, ¿sobre qué base podríamos llamar a alguien cuerdo? Tomemos, por ejemplo, el cómo logró generar con éxito una prohibición total del alcohol, esta es una tarea verdaderamente formidable. Los árabes de la época eran realmente alcohólicos e incluso escribían épicos poemas alabando el vino.
¡Compara el fracaso total de una sociedad moderna, bien informada y tecnológicamente sofisticada como EE. UU. para hacer cumplir la prohibición del alcohol! El método de Muhammad fue deliberado y cuidadoso, tuvo en cuenta la naturaleza humana y el apego a los hábitos adictivos. Poco a poco los alejó de ellos, desarrollando en la gente un sentido de conciencia de los grandes males y daños que conlleva, y luego apartándolos de ello en etapas, terminando finalmente en una prohibición absoluta.
Cuando se pronunciaron los versos del Corán que lo prohibían, las personas que estaban bebiendo tiraron su vino, lo escupieron de sus bocas y lo derramaron en las calles, convirtiéndolas por un momento en ríos de alcohol. Además, ¡todo esto se hizo voluntariamente sin ningún tipo de aplicación de la ley!
Otro indicio de la sensatez de Muhammad fue el enfoque que adoptó en las negociaciones con sus enemigos. Quizás uno de los ejemplos más conmovedores fue el tratado de Hudaibiah. Sus seguidores iban en peregrinaje a La Meca, los paganos querían detenerlos. Los musulmanes podrían haber entrado fácilmente en La Meca y haberla conquistado, pero en cambio, ¡Muhammad eligió negociar un tratado! El Corán lo llamó una gran victoria. Muchos de sus seguidores no pudieron entender esto.
Uno de sus compañeros más cercanos incluso lo cuestionó abiertamente y desafió su decisión. La razón de esto fue porque los términos del tratado parecían muy desfavorables para los musulmanes. En un momento de las negociaciones, mientras se redactaba el tratado, los paganos se burlaron y se negaron a describirlo en el documento como “Muhammad, el Profeta de Dios”, diciendo: “Si creyéramos eso, entonces no habría disputa”.
Muhammad pidió a su escriba que lo eliminara de acuerdo con sus deseos y lo reemplazara con “Muhammad, hijo de Abdullah”. Cuando su compañero y amigo cercano no tuvo el corazón para quitar estas palabras del texto, Muhammad tomó la pluma y las tachó con su propia mano. El comportarse de una manera tan calmada y pragmática no es consistente con el comportamiento de una persona lunática o engañosa.
Una vez más, todo esto plantea la pregunta: ¿De dónde obtuvo Muhammad una visión, sabiduría y comprensión tan profundas de la naturaleza humana? ¿Cómo pudo lograr cambios tan duraderos y significativos no sólo para su gente, sino también para el mundo? Si él no era un mentiroso ni un demente, ¿entonces qué era? Queda una última posibilidad, es la única posibilidad que realmente puede explicar el extraordinario fenómeno que fue Muhammad.
Fue veraz
Si realmente fue un Mensajero de Dios que recibió inspiración y guía del Creador, eso explica tanto su completa honestidad, veracidad y dedicación inquebrantable para transmitir el mensaje del monoteísmo, como su profunda comprensión de la naturaleza humana y la capacidad de guiar positivamente y dirigir a su gente, y a personas de todas las razas y culturas hasta hoy. Explica también la profundidad de las ideas sociales, psicológicas, teológicas, legales, históricas y epistemológicas dentro de sus enseñanzas.
El Profeta Muhammad fue enviado para restaurar la relación entre la humanidad y su Creador. Él llamó a la gente a creer sólo en Dios. El único Dios que no se parece en nada a la creación y es perfecto, invisible, todopoderoso, amoroso, misericordioso y perdonador. Hay una evidencia final que nos gustaría presentarle en este folleto en apoyo de su afirmación de ser un Profeta de Dios, y tal es la precisión de sus predicciones sobre los asuntos del futuro.
De hecho, hay numerosas predicciones auténticas del Profeta Muhammad, y más de ellas se examinan en el libro Las Profecías Prohibidas. Aquí, nos gustaría ofrecer sólo una, en parte porque esta profecía en particular se ha hecho realidad en los últimos tiempos.
La profecía de los beduinos árabes
Desde el milenio pasado, hay dos tipos de árabes: habitantes de las ciudades y los “beduinos”. Los primeros conforman la mayoría y viven en ciudades antiguas como Damasco, El Cairo, La Meca, Saná y Bagdad. Los beduinos, por otra parte, son nómadas. Viajan a través de los vastos desiertos y están constantemente en movimiento. Incluso durante la Edad de Oro del Islam, cuando los árabes eran las personas más ricas y sabias de la Tierra, los beduinos se mantuvieron prácticamente en la misma situación en que habían estado durante miles de años: pobres, sin educación y aislados del resto del mundo.
Tan recientemente como la década de 1940, el explorador inglés, Sir Wilfred Thesiger, viajaba por estas áreas beduinas y documentaba su condición:
“Mientras escuchaba, pensé una vez más cuán precaria era la existencia de los beduinos. Su forma de vida, naturalmente, los hizo fatalistas; mucho estaba más allá de su control. Era imposible para ellos prever un día cuando todo dependía de una posibilidad de lluvia, o cuando los asaltantes, las enfermedades o cualquiera de cien sucesos casuales pudieran dejarlos en la miseria, o terminar con sus vidas. Hicieron lo que pudieron, y ninguna gente fue más autosuficiente, pero si las cosas salieron mal, aceptaron su destino sin amargura y con dignidad considerándolo como voluntad de Dios”. [5]
Sin embargo, Muhammad predijo que estos beduinos árabes de su región algún día competirían en la construcción de edificios altos:
“Ahora, cuéntame cuándo será la Última Hora”, le preguntó el hombre. El Profeta respondió “El preguntado no sabe más sobre eso que el que pregunta”.
“Entonces cuéntame sobre sus signos”, dijo el hombre. El Profeta respondió: “Que verás a beduinos descalzos y harapientos compitiendo en la construcción de altos edificios”. [6]
Este es uno de los dichos más famosos y rigurosamente autenticados del Profeta Muhammad.
Cuando se le preguntó sobre la “Última Hora”, es decir, la llegada del Día del Juicio, notemos la respuesta detallada que dio: hizo mención de un grupo específico de personas, los beduinos árabes pobres de la región.
Muhammad podría fácilmente haberse librado de forma segura utilizando un lenguaje más general, por ejemplo: “Verás la competencia en la construcción de edificios altos…”, que, por supuesto, sería lo suficientemente flexible para ser aplicado a cualquier persona en el mundo.
En la Península Arábiga de hoy, encontramos que un grupo particular de árabes, que solían ser pastores empobrecidos de camellos y ovejas hasta mediados del siglo XX, ahora compiten para construir los edificios más altos. ¿Cómo sucedió este cambio de la noche a la mañana? ¿Cómo estas personas, de la más pobres de la Tierra, que literalmente usaba trapos para cubrirse y algunas ni siquiera podían conseguir calzados, se convirtieron en las naciones más ricas de la Tierra?
De hecho, una cadena de eventos permitió que esto sucediera: la caída del Imperio Otomano (que solía gobernar la Península Arábiga), el surgimiento de una forma puritana de Islam apoyada por los jefes beduinos y la eliminación de los hachemitas, antiguos guardianes citadinos de las mezquitas sagradas de La Meca y Medina.
Otra cosa hizo posible este rápido cambio. Algo en torno a lo cual el mundo moderno giraría: ¡el petróleo! Los desiertos aparentemente vacíos de los beduinos lo tenían en abundancia. ¡Los beduinos pasaron de camellos a Cadillacs en una sola generación! Hoy en día, la mayor concentración de altos edificios en el mundo se encuentra en la Península Arábiga, específicamente en las áreas donde vivían los árabes beduinos. El Burj Khalifa en Dubái es la estructura artificial más alta del mundo con 828 metros.
Poco tiempo después de que se completara su construcción, una familia rival en Arabia Saudita anunció que construirían una más alta (1000 metros), la Torre del Reino. Literalmente compiten entre sí por quién puede construir el edificio más alto del mundo. ¿Qué motivaría a Muhammad a hacer tal predicción?
Si iba a inventar tal profecía, tendría más sentido relacionarla con las superpotencias de su época: Roma, Persia o incluso China, que ―a diferencia de los árabes― ya tenía una tendencia a construir edificios y palacios extravagantes. Al propio Profeta Muhammad no le gustaba que los musulmanes se involucraran en tratar de aumentar innecesariamente la riqueza. De hecho, a menudo advirtió sobre sus peligros y cómo corrompería a su nación.
Lo que es aún más interesante es que no le gustó ni promovió la construcción de edificios. Era un hombre sencillo que vivía en una casa simple y quería que otros musulmanes mantuvieran esa simplicidad, eso fue lo que enseñó y así fue como vivió. Si él hubiese querido que esta profecía se hiciera realidad, ¡habría alentado a los árabes a construir edificios altos y quizás habría comenzado a hacerlo él mismo! Claramente esta profecía no es una casualidad.
Muhammad (la paz sea con él) conocía algunos eventos que sucederían en el futuro por revelación de Dios. Estaba advirtiendo a la humanidad sobre la llegada de los últimos días; estamos en esos días.
¡Ninguno de nosotros vivirá para siempre! El fin está cerca para todos nosotros. El tiempo en verdad se está terminando.
Preparación
Un hombre le preguntó al Profeta sobre el Día del Juicio:
“¿Cuándo llegará la Hora, oh Mensajero de Dios?”.
El Profeta dijo:
“¿Qué has preparado para ello?”.
El hombre dijo:
“No he preparado muchas oraciones, ayunos ni caridades, pero amo a Dios y a Su Mensajero”.
El Profeta dijo:
“Estarás con aquellos que amas”. [7]
Lo que aprendemos de esto es que, si amamos a Dios y su último Mensajero, seremos salvos. El verdadero amor, por supuesto, no implica sólo la creencia, sino también los actos. Debemos tratar de seguir al último Mensajero para alcanzar la salvación.
“En el Mensajero de Dios hay un bello ejemplo para quienes tienen esperanza en Dios, [anhelan ser recompensados] en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Dios”.
Este folleto no pretende ser un mero ejercicio intelectual. Si crees que Muhammad (la paz sea con él) fue sincero, entonces el mensaje que recibió también es verdadero, y debes abrazarlo con todo tu corazón, y encontrar el verdadero propósito en esta vida y el éxito en la próxima.
“Di: ‘Si verdaderamente aman a Dios, ¡síganme!, que Dios los amará y perdonará sus pecados’. Dios es Absolvedor, Misericordioso. Di: ‘¡Obedezcan a Dios y al Mensajero!’. Pero si se niegan, sabe que Dios no ama a los que rechazan la verdad”.
Corán 3:31-32
Referencias
[1] Narrado en Bujari.
[2] Tahdhir As-Sayid Min Ittijadh Al Qubur Masayid, pág. 24-26.
[3] Watt, W. M. (1953), Muhammad at Mecca. Oxford: Oxford University Press, p. 52.
[4] Narrado en Bujari.
[5] Thesiger, Wilfred (2007), Arabian Sand, Penguin, Kindle Edition, Loc 3572.
[6] Narrado en Muslim.
[7] Narrado en Bujari.